miércoles, 28 de mayo de 2008

Cuaderno de viajes XVI: Castilla La Mancha

Lo que la antigua Castilla la Nueva, ahora en parte (falta Madrid), Castilla La Mancha esconde. En estos días, estoy empezando a descubrir, pese a llevar muchos años recorriendo Castilla La Mancha, andando los campos, cuando iba a cazar con mi padre, viendo olivos, viñas, terrones, donde te hundías, si no estabas avispado hasta la cintura, cazando perdices y liebres, si se acertaba, que no es fácil, oyendo historias de campo, de gentes, de cacerías, fanfarronadas, bromas, gastronomía (de la buena), esperas, tomando el sol o el frío, depende del día o la lluvia, aprendiendo de la naturaleza, de la vegetal, de la animal y de la humana también, disfrutando, la verdad.

Como decía, lo que Castilla La Mancha esconde es una vida tranquila, a la antigua usanza, que hemos olvidado los madrileños, de Castilla La Nueva también, castellanos como los demás, que creemos que estos pobres paletos añoran nuestro ritmo de vida, quizá si nuestra economía floreciente, nuestras infraestructuras democratizantes, pero en lo demás, vida tranquila, bonitos paisajes, que en verano vemos como interminables llanuras, pero que en realidad son ricos campos, productivos y agradables muestras de la naturaleza.

Lo que esconde es un paisanaje vividor, que esconde su riqueza a la modernidad para no estropearla, que esconde su gastronomía fantástica para que un capullo con gorrito no haga humo o esencia a las gachas, al morteruelo, al estofado, a las migas, al tiznao o a cualquier otro manjar que nos dan las grandes cocineras de la tierra, ya que son más ellas, que ellos las conocedoras de los secretos de Castilla.

Castellanos con buenos vinos con mala fama, con pocos vinos conocidos y famosos, pero abastecedores del mercado de uva y grana. Con garnacha, tempranillo, merlot, cabernet, syrah y muchas más.

Desde Villacañas, con Casa Montes, desde Villarrubio con Los Vascos, o Tarancón con Domingo Sánchez, en Albacete, se come bien, en Ciudad Real también, en Cuenca, no olvidarse de pasar a tomar el aperitivo en la Taberna Típica de Cuenca, también en Guadalajara, hay buenas copas, buena gente, también en los demás pueblos y lugares de Castilla La Mancha, votan a los mismos por no cambiar.

Escondiendo sus riquezas, desde castillos, hasta cuevas, desde iglesias, catedrales, ermitas, lagunas hasta secretas y no tan secretas hermandades, cofradías y órdenes. De Santiago, de Calatrava, de Montesa, de San Juan de Jerusalén, los templarios, los iluminados, los comuneros de Castilla, los alquimistas, los traductores, los mozárabes antiguos y modernos, los judíos, cripto judíos y conversos. La Cruzada, la segunda cruzada, los italianos huyendo, los nacionales resistiendo, los alemanes repoblando, los gitanos robando melones y aceitunas, pero también vendimiando, vendiendo en los mercadillos, herrando caballos y mulas, ay, viajando.

Museos del silo, del vino, de todo y más. Cerámica de Talavera, vinos de Valdepeñas, de Tomelloso, de Consuegra, denominación La Mancha y Valdepeñas, vinos de la tierra, burros, burretes y burrísimos a veces. Cantera de espías, de la Infantería española, labriegos, funcionarios del Estado, del español, españoles como nadie, emigrantes, que vuelven y que no. Con oscarizados cineastas, escritores universales, no olvidemos que don Miguel de Cervantes de Madrid, Castilla La Nueva, famoso por Don Quijote de la Mancha, con Sancho Panza, con razón, con las bodas de Camacho, no podían haber sido en otro lugar, ¡eh!. Pijillos de ciudad, que Cervantes escribió de esta gente porque encontró en ellos lo que quería contar, lo bueno y lo malo, que vivió en Castilla. Sobre las armas y las letras, son más nobles las armas, con acero toledano o de Albacete. De Cuenca, Perales, las casas colgantes, la Catedral, normanda, el río, las turbas, los pasos infantiles, el domingo de Ramos, eso si que es España.

Aqui te hacen los mazapanes, las puertas, muebles, los miguelitos de La Roda, también está La Alcarria de Cela, las ovejas y el queso manchego, el bueno, aquí nació Santiago Bernabeu, Alfonso X el sabio, Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León, el infante Don Juan Manuel (autor del Conde Lucanor), Fernando de Rojas (autor de La Celestina), Espartero, el conquistador Almagro, el torero Domingo Ortega, el Cardenal Mendoza, hasta los ganadores del Tour de Francia, Belmonte y Ocaña. También San Ildefonso, Buero Vallejo y el Arcipreste de Hita.

De la España medieval, a la épica deportiva, desde un Padre de la Iglesia, hasta el más humilde, un pueblo con mayor esperanza de vida que la media española. En fin, mucho que descubrir.