lunes, 22 de junio de 2009

Gracián y Baroja: El héroe

Teorizar sobre el héroe, es hablar de literatura, pero también es hablar de España, y sobre este tema han hablado o teorizado muchos, así Sánchez Dragó, hace una historia mágica de España, basado en el héroe y semidios Hércules, aunque su Hércules, es un mito, el origen del mito atlante que sería común para todo el Mediterráneo y también al norte de Europa, aunque no lo quiere semita, de ninguna manera, pese a que todo le lleva a ello, pero eso es otra historia que trataré un día.

El héroe de Gracián es un tratado de cómo llegar a serlo, dice Baroja del jesuita que "era mucho más maquiavélico que Maquiavelo", pero este héroe de Gracián era una persona distinguida, prícipe o militar famoso por su talento, por su valor y virtudes.

Para Baroja (en El Cabo de las tormentas, Crao Raggio, 1932), el héroe de nuestro tiempo, "por excesivo racionalismo, llega a ser antirracionalista", se caracteriza por ser un energúmeno, un fanático de algo, con una voluntad potente, generosidad y entusiasmo por las abstracciones, subordinando siempre a su idea patriótica, humanitaria o religiosa las facultades del espíritu (inteligencia, memoria, intuición). Resumiendo las cualidades del héroe moderno que considera Baroja son: el valor, el fanatismo y el carácter. Así dice que "el crítico y el desmayado, por inteligente que sea, no puede ser un héroe nunca."

En cambio, Baltasar Gracián considera que las cualidades del héroe son: la sutileza de ingenio, la prontitud de espíritu, el valor, el buen gusto, la eminencia en algo, la inclinación por empleos plausibles, la afabilidad, el arte de ganarse las simpatías.

Baroja diferencia al héroe del mártir, el héroe puede no morir y además puede sacrificar a los demás, en cambio, el mártir muere por una causa y se sacrifica por ella. También distingue entre héroes auténticos y falsos héroes, en este segundo apartado están los decididos, valientes y suicidas por imprevisión.

Jung lo incluye en uno de sus arquetipos, que son estructuras del insconsciente colectivo, pero que no son recuerdos sino posibilidades heredadas, así el héroe sería el capitán esperado, el salvador de la patria, el líder admirado, que tanto gusta en España, pero el héroe es algo cultural, va cambiando, ahora difícilmente sería héroe el Gran Capitán, puede parecerlo José Tomás, aunque se manifiesta más como falso héroe, que como héroe auténtico, lo fue Franco, quizá el Rey, en algún momento pero muy efímero fue Zapatero, ahora Obama, pero cuando se le humaniza, desaparece el aura heroica. Como dice Gracián, el que pierde el crédito, deja de serlo.

En esta polémica actual, el policía asesinado por ETA, es un mártir, como todas las víctimas de ETA, y héroe será quien acabe con ella, puede ser un héroe colectivo donde todos los que han luchado contra el terrorismo como d. Eduardo Puelles son héroes. Pero el héroe es la personificación de una victoria sobre el mal, que con sus virtudes y persistencia alienta a los demás a imitarle.

Otro aspecto interesante será el antihéroe, aquel que es ineficaz y desgraciado, o aquel donde sus motivos son malvados o egoistas, frente al héroe que hace el bien colectivo, el antihéroe tiene un éxito no heroico, es castigado o sus formas para conseguir el éxito se alejan tanto de la moral común que es un ser repudiable, con formas crueles, antisociales, de enajenado, pasivo o desagradable, o simplemente ordinario, algo que aparece ya en el héroe original, Hércules, que roza más la locura y el descontrol, que la bondad, por eso muchas veces se le asocia al origen del mito religioso, al poder de la naturaleza y el mito civilizatorio, que poco a poco va ganando la partida. Por eso suele aparecer en distintos contextos tanto en la novela negra como en la épica o la mitología, aunque cada vez más humano, menos héroe.