lunes, 16 de marzo de 2009

En el filo de la navaja

España es un lugar donde todo el mundo por la calle lleva unos papeleos oficiales en la mano, algo a lo que aspira, algo que tiene que pagar, alguna multa, una gestión atrasada,... Tenemos un Estado (entiéndase todo el conjunto de administraciones) que se ocupa de preocupar a los ciudadanos, pero también de ocuparles, de hacerles ir al día siguiente, y al otro, ahora han innovado haciendo parecer que te lo puedes sacar por Internet, de tal manera que se permiten tener menos gente en atención al ciudadano y más en atención a sus asuntos.

Venía en el autobús, y las caras de la mañana de cierta esperanza, habían pasado a cierto resentimiento, el sentimiento generalmente se lleva en los paisanos en forma de chándal con el escudo del equipo como reafirmación personal, pero el resentimiento se ve en la mirada, pero no en el voto, peor aún, a sus representantes políticos se les perdona todo, coches de alta gama, chóferes, viajes inverosímiles, torpeza, incompetencia, derroche, traición, saqueo, pero a todo aquel que va con pinta alegre, con aspecto de que las cosas le van bien, a ése hay que mirarlo con odio, con ese odio atávico que gustan de cultivar nuestros políticos, ya tenga el origen en los fueros de no se sabe cuándo, en la república supuesta, en los linajes perdidos, en las tertulias soñadas, en los desagravios que se sufrieron o que se pensó que se habían sufrido o en la gama de derechos históricos adquiridos por adhesión voluntaria, la cumbre de esos odios está en los males ocasionados por un empresariado presuntamente especulador, por ese pijo supuestamente vividor, por ese ejecutivo/a presumiblemente depredador, pero nunca están del lado del coleguita sindicalista, ni del compañero funcionario, ni del político socialmente preocupado.

El caso que nos encontramos con una sociedad indefensa, sin trabajo, al filo de la precariedad, que mira con atención a los demás, que se siente defraudado por la sociedad, que no le da lo que le merece, y esta crisis que siempre afecta a los mismos, presuntamente, no tiene más que activar sus sospechas y susceptibilidades tradicionales, pero hace un tiempo confiaba en sus políticos a esos que justificaba, ahora no, ahora se encuentra solo, sin dinero, preocupado, ocupado, mirando torvamente, pero sin esperanza, qué pasará cuando pasen esos meses sin pagar la hipoteca, sin pagar las facturas, cuando ya no se pueda pagar el autobús, entonces, volveremos a apelar a la memoria histórica, a los trajes de la derechona, que ahora no llevan sombrero de copa, pero casi, y entonces qué.

La sombra de Banquo

El artículo del domingo de Pedro J. Ramírez, Las sombras de Banquo, es uno de los mejores artículos que he leído del autor, que expresa deseo y realidad, culpabilidades y negligencias, inmoralidad y denuncia, aludiendo al fantasma que se aparece a Macbeth, recordándole y atormentándole su conciencia culpable:

http://www.elmundo.es/opinion/columnas/pedro-j-ramirez/2009/03/2613382.html

¿A qué alude? Yo sé que hay mucha gente que no quiere saber nada del 11-M, pero cualquier persona con una preocupación sobre la justicia en España, sobre la política, sobre la Nación española, sobre el futuro de España, debe tener en mente, y es sobre el esclarecimiento de la verdad entorno al 11-M, con tantas lagunas que nadie en su sano juicio se siente satisfecho con las resoluciones judiciales.

Desde aquí apelo a Banquo y a los 193 asesinados en los trenes de cercanías que viajaban hacia Atocha, la mañana del 11 de marzo de 2004, para que ayuden a la resolución de este atentado terrorista, y el tiempo, la libertad de prensa y tanta gente lo conseguirán. Y para ello, que se les aparezca su Banquo particular en los sueños y se atormente la conciencia culpable de tanto mediocre e interesado que en vez de trabajar por la justicia prefirieron aprovecharse del mal en su beneficio.