viernes, 1 de agosto de 2008

Catársis democrática

Gorgias leontino enseñaba como prepararse para la vida política haciendo parecer grandes las cosas pequeñas, y pequeñas las cosas grandes; nuevas las cosas viejas, y viejas las nuevas, según cuenta Menéndez Pelayo en Historia de las Ideas Estéticas.

Balmes divide la verdad en tres clases irreductibles, si bien hablamos de la misma cual si sólo fuera una. Éstas son las verdades subjetivas, las verdades racionales y las verdades objetivas.

Debemos definir qué verdad es la que buscamos, en política, sobre todo, ya que sino, el debate político que se produce es inexistente, hay una apariencia de tal, pero no es real, la gente lee, opina, pero ese debate no llega en modo alguno al poder y con modernos sofismas suponemos que estamos en una democracia, y sin vínculo real creemos que participamos en ella, cuando lo que se nos ha mostrado estos meses pasados, desde las elecciones es que tanto el PSOE como el PP, mentían descaradamente a sus votantes y oyentes, desde negar la crisis, dando datos falsos por parte del presidente del Gobierno como de su ministro de economía a mentir en cuanto a la representatividad de los líderes del PP, de su pensamiento político o simplemente de sus valores, siendo Rajoy un ejemplo esperpéntico de lo antedicho, como nuevos sofistas, sin entrar ya a valorar a los nacionalistas, que con solecismos mantienen en tensión y en opresión a la ciudadanía sin el más mínimo recato.

Toda estética lleva detrás una ética, según decía Aranguen, y la estética de nuestra sociedad es una mala obra de teatro donde, no es posible, ni queriendo ser muy posibilista creer en la veracidad de nuestra vida política como democracia, ya que no se sostiene en ningún aspecto.

Si ha habido catársis, que nos hacía sentirnos bien, se ha perdido y lo contrario, será el dolor de sentir la enfermedad de nuestra sociedad, de nuestra democracia, o el temor a ser descubiertos por parte de los farsantes, conllevando imposición, violencia e injusticia, que es lo que nos espera, o simplemente burla, con las ministras como Aido o con portavoces como Soraya SS, por su clara inconsistencia.