viernes, 15 de febrero de 2008

Cuarderno de viajes VII: Segovia

No se puede morir, sin haber pasado, al menos un día en Segovia, casi 2000 años de acueducto, recorrer las murallas por fuera, subir por la calle Real, pararse a saludar a Juan Bravo, en la Plaza de San Martín, donde estuvo el primer gimnasio, tal como lo entendemos ahora, de España, y puede que de Europa, las iglesias varias, los edificios medievales de la misma, seguir hacia arriba sin dejar de ver la judería, o llevarles unos huevos a las monjas del Corpus. En la plaza de España, tenemos una espléndida plaza porticada, la Catedral, el Teatro Juan Bravo, la Iglesia de Santa Isabel, merece la pena entrar, una paradita tomamos un aperitivo en José María o en La Oficina, y nos vamos al Alcázar, vemos la iglesia y la plaza de San Esteban y otras calles que nos llevan al pasado, podemos ir a la Floresta a comer, o a Duque, o Cándido, o muchos otros que hay donde se come cochinillo como no lo hay. Si vamos en coche, quizá Lago, inmejorable.

También hay que pasear y subir la cuesta hacia el Alcázar, después para ver la iglesia templaria de la Vera Cruz. Se celebra Santa Agueda, en Zamarramala, día en la que las mujeres toman aún más el poder, ya que habitualmente lo tienen también. Ya se sabe: de Segovia...

Por dentro de la murralla, el paseo es magnífico, también está bien recorrerse el acueducto entero, o ir a San Lorenzo, barrio de abajo, con una bonita plaza. Si hablamos de los pueblos, hay muchos que ver: Turégano, Sepúlveda, Villacastín, La Granja, Valsaín, Pedraza, Riaza, El Espinar y muchos más. Volviendo a Madrid, recomiendo comer en el Alto del León. También podemos ver el palacio de Riofrío o por supuesto, el de La Granja. El concierto con velas de Pedraza, el Teo de El Espinar, o la procesión del S. Cristo del Caloco, sobre todo la entrada, a mediados de septiembre. Quizá hay que volver muchas veces, eso sí, con chaqueta, aunque sea en verano.