domingo, 13 de julio de 2008

Nación sin centro

La realidad se muestra para la mentalidad arcaica como fuerza, eficacia y duración, por ese hecho, lo real por excelencia es lo sagrado. Y se llega a lo sagrado como creación, del caos al cosmos. La realidad como repetición, de la imitación del arquetipo celeste, con un centro supraterrestre que se convierte en el centro del mundo (sea la ciudad o el templo) y la repetición de actos y rituales antiguos. En el Mito del eterno retorno, Mircea Eliade, nos acerca a la espiritualidad oriental o la occidental arcaica.

Ese centro, conecta la tierra, el cielo y lo subterráneo, en un punto, que es sagrado, a través de un sacrificio.

Laín Entralgo, en España como problema, dice que el núcleo de la ciudad europea es su distrito medieval y renacentista, siendo para él, la catedral, el espejo de los europeos, donde se ven reflejados, porque la religiosidad, argumenta, es siempre lo más íntimo y decisivo en cada situación de la cultura.

Las murallas como expresión arquitectónica, que la guerra es sólo el límite extremo de la política.

Cada época tiene su ciudad y su arquitectura, pero la España del siglo XIX, para Laín, carece de forma propia, la Barcelona o la Valencia del ensanche, como expresión, tardía, más propia del siglo XX, ello sería la expresión de la falta de carácter del siglo XIX español y por consiguiente, nuestro mundo actual, que debería haberse fundado de ese modo. Viviendo con modelos antiguos, arcaicos.

Madrid, tiene elementos sagrados y no los tiene, tiene forma de ciudad medieval, pero solo en parte, las murallas no son murallas sino cercas, piedras en realidad, el ensanche es discretito, mediocre dice Laín, por toda España hay lugares sagrados, más fuertes que Madrid, desde el Toledo ibérico, romano, judío, medieval, a la Salamanca renancentista, tantos lugares con significación.

Para los nacionalistas, desde el Árbol de Guernica al la Plaza del Borne barcelonesa, tienen ese carácter primigenio que dice Eliade, en cambio, Madrid, carece de ese elemento fundacional sagrado para la Nación española, solo político, desde El Escorial, de Felipe II, al Palacio Real de los Borbones, El Valle de los Caídos de Franco, El Parlamento de la Transición, usando un edificio prestado del XIX, imitando al templo griego o romano, o los dos, o mezcla inacabada, pero nunca ha constituído centro ninguno. La Catedral tardía, y tanto, el Arco del Triunfo que no se llegó a inaugurar, en fin ciudad inacabada, sin rito fundacional, sin signos sagrados de la Nación, por lo tanto, Nación sin centro.