jueves, 17 de enero de 2008

Un día normal

Un día normal para unos, es haber estado tranquilos, razonablemente felices, sin noticias relevantes, haberlo pasado más o menos bien, siempre y cuando no se lea el periódico, ni se escuche la radio o la televisión, ya que, en tal caso, sufrirá angustia, miedo, pena, tristeza por todos esos pobres niños que desaparecen sin más, por cualquiera de las múltiples guerras o catástrofes que no relatan los medios, o una banda de atracadores, asesinos, violadores, terroristas o todo a la vez que ha actuado en nuestra ciudad o en cualquier otra que conocemos.

Entonces, intentamos razonar, pero no es fácil, cómo puede haber gente así, tan malvada, tan estúpida. En el libro de Carlo María Cipolla, "Allegro ma non troppo", el autor trata de explicar de un modo humorístico las conductas humanas mediante dos coordenadas, en una la sociedad, en otra el individuo, si se hace bien a si mismo y a la sociedad, estamos ante la conducta inteligente, si te haces bien a ti mismo y mal a la sociedad, estamos ante una conducta malvada, si el bien es a la sociedad, pero el individuo se perjudica, estamos ante el incauto, y si se perjudica a la sociedad y a uno mismo, estaremos ante el estúpido.

Con todas la variantes, podríamos explicarnos muchas conductas, pero hay que introducir en este razonamiento, la creencia equivocada en estar haciendo bien a uno mismo y a la sociedad, destacando como caso extremo el terrorista, que creyéndose salvador de la sociedad o mártir, incauto (en algunos casos), es en realidad un absoludo estúpido, el malvado es todo aquel que le educa, incita, protege, justifica para mantener su seguridad, estatus, poder en la sociedad que los sufre. Pero tan estúpido y tan dañino es el legislador y juzgador, que favorece dichas conductas con criterios garantistas (penas bajas, permisos, trato excesivamente agradable, triquiñuelas legales admitidas) sólo para el delincuente, no para la víctima.

Dicho lo cual, esperemos que nuestra sociedad busque a personas intelegentes para ejercer el gobierno, legislar o juzgar, y no estúpidos, como muchas veces me parece que ocurre.