martes, 16 de junio de 2009

El chiringuito y otros chiringuitos

Defender la existencia de los chiringuitos de playa en España, aunque parezca otra obviedad, es necesario, ya que según parece, el ministerio de Medio Ambiente y alguno más, amparados en la ley de costas o así quieren quitarlos, así que voy a defender su existencia y justificarla:

La principal razón podría ser la utilidad pública, que es evidente, aunque igual para nuestros ministros con yate, no lo sea tanto, pero ya que parece que es el de medio ambiente, habría que decirles que la alternativa sería multiplicar por todos los usuarios los residuos que habría, por tener que llevarse cada uno la comida de casa o de un bar cercano, que aunque se sea muy limpio, los hay, y no todo el mundo es muy limpio.

La segunda razón podría ser que proporcionan puestos de trabajo, aunque eso no importa demasiado a este gobierno, que crea parados a diestro y siniestro, pero no pierde votos, o acaso, muy pocos.

La tercera razón podría ser que favorecen la industria del turismo, ya que son algo muy particular en la idiosincrasia de nuestras playas, algo que hace más agradable visitar España, incluso con las sangrías radiactivas y las paellas tóxicas que algunos malos chiringuitos ofrecen, aunque son la excepción.

Y por último, otra razón, aunque seguro que hay más, los chiringuitos dan seguridad, ya que son los que están a primera hora, con los de las hamacas y los últimos que se van.

Pero estas razones no son las más importantes, las más importantes son que perderíamos un espacio de lujo para el disfrute de la ciudadanía, perderíamos esos recuerdos infantiles tan agradables tomando helados con nuestra familia junto al mar, perderíamos la posiblidad de disfrutar buenas fiestas como la que estuve yo el sábado con unos amigos con flamenquito, comida, bebida y copas en un paisaje estupendo y sin molestar a nadie, estaríamos más cerca de la deshidratación todos los veranos y que decir de la cervecita a media mañana con un pincho de pescaíto o de tortilla o los espetos, que desde Pontevedra a Santander, desde Asturias a Guipuzcoa, de Barcelona a Valencia, desde Valencia a Málaga, de Cádiz a Huelva, de Canarias a Baleares nos arrebatarían esta panda de talibanes totalitarios y mamones que dicen defender algo y que no harán más que destruir inútilmente, ya que los chiringuitos surgen naturalmente, como las setas, porque son un regalo de la naturaleza. ¡Defendamos el chiringuito! ¡España no puede permitir este atropello!

Pero los chiringuitos que habría que quitar no son los de la playa, sino los finacieros que abundan, donde los políticos y ex políticos pacen a costa de los impuestos de los ciudadanos, ya sea en las cajas, como Caja Castilla-La Mancha, que parece que tiene un agujero importante y que no han dudado en saldarlo con nuestros impuestos, pero que yo sepa no han pedido que devuelvan los sueldos a todos esos directivos chupasangres, o o en la administración o en los partidos subvencionados, como el tal contable del PP o los amigos de los eventos naranjas.

Chiringuitos chungos, estos sí. Y qué decir de los miles de asesores del gobierno, de todos esos que se llevan nuestros impuestos por la cara, para pagar favores, combustible de aviones para ir a los mítines, pistas de padel o canchas de baloncesto en palacios de verano, trajes caros para mirar por encima del hombro a quien los paga, coches oficales para saltarse todas las normas mientras los vecinos soportan multa tras multa para pagarles el lujo ¿a cuántos? no lo sé, pero sí que me importa, despachos chachis, sueldos de galácticos a mediocres que se aprovechan de nuestro dinero, ministrillas, ministrillos y bajando al hormiguero de caraduras, de escarabajos peloteros con gustos de nobles, pero con maneras de matones barriobajeros, estos si que sobran de nuestas costas, de nuestras montañas, de nuestra meseta, de nuestra España.