miércoles, 6 de febrero de 2008

Cuaderno de viajes V: Asturias

De Ribadeo a Vegadeo. Asturias, patria querida, Asturias de mis amores, quién estuviera en Asturias en todas (algunas, según versiones y dieta) las ocasiones. En todas y hay que comprarse ropa nueva.

Asturias, te abre el corazón, el apetito, entre la gastronomía, la broma, la pradera y el carbón. Vetusta, que te quieren o te vuelan, te defienden o te dinamitan, algo aburridilla es, un tanto serios son, pero el Fontán, el parque San Francisco, Woody Allen sin gafas, Campoamor, los Príncipes de Asturias, las gaitas, la calle Uría, Gascona, la sidra,...

Santa María del Naranco, el palacio, majestuoso, te falta la madera, los establos, las cocinas, la muralla, los reyes. San Miguel de Lillo, como collage semi-histórico, pero te veo, la Catedral, la Cámara Santa, la Cruz de la Victoria, Victoria, Don Pelayo, la Reconquista, Don Fruela y su oso, Ordoño, uno o más.

Don Rodrigo y don Julián, qué traidor, mister Bean, queriendo hacer alianza de civilizaciones. Los de la dinamita, manolón, toro, mina conchita, Cuesta, me pierdo, tengo miedo y escalofríos, pensaron en poder y se olvidaron de tí. ¡Reconquista!, para asturianos, los de La Rioja, como Gustavo Bueno, España es una nación realmente existente, que prueben lo contrario si pueden.

Sigamos camino, no olvidar Luarca, qué puerto, la procesión de la Virgen, tampoco Tineo, con su Iglesia de San Pedro, los hórreos, San Roque, el Monasterio de Obona, que fue grande, para expandir el saber por España, Cangas de Narcea, qué tíos, Los Oscos, sus navajas, ríos, museos, hoteles, Grandas de Salime, Pola de Allande, La Allandesa, la Fabada y el cachopo, o si. Vamos a Luanco, a Candás, a Ribadesella, ay Cangas de Onís, el puente y sube a Nuestra Señora de Covadonga, ahí si que están los Reyes y Don Pelayo. Ahí no están, ni estarán, esos traidores, porque hay que ir con Fe, para ver. Los lagos en la televisión, con la vuelta, ¡ojo! no ir los sábados y domingos, que es a pie.

Avilés, qué bonito, hasta los altos hornos quedan bien, Alvarín, Tataguyo, El Candil, muchos más, fenomenal siempre, bonito su centro, su parque, las plazas, el mercado. La playa de Salinas, los surfistas, los paseos, las anclas, Costeau, los gauzones, velas al viento, el espartal, los chalés chachis, los amigos, gracias.

Gijón, tiene calles que parece el santoral del Frente Popular, pero se te olvida con la gente, el trato, cualquier menú, Cimadevilla, buena ciudad para vivir, la carne roxa, San Lorenzo, El Molinón, a ver si recupera viejos tiempos, la Plaza del Ayuntamiento, sus señoras y sus charlas, la sidra y sus sidrerías, autopistas fantásticas, barrios obreros con discreto encanto de las glorias no pasadas como La Calzada, Tremañes, pero majos, alegres, vivos.

Langreo, post-industrial, poco a poco, menos minas, y más turismo. Sal del polígono y vete al valle.

Arenas de Cabrales, queso, por supuesto, Alles y Niserias, los picos de Europa, el Corpus, los indianos, el salmón, el campanu, las patatas rellenas, el pan tostado, el Señor es mi pastor, nada me falta, Potes y Panes, me voy a Santander.

Cuaderno de viajes IV: Galicia

Para lugar con encanto, pese al mal tiempo que te puedes encontrar a veces Santiago de Compostela, la meta del peregrino, la magnífica plaza del Obradoiro, la Catedral, el maestro Mateo, el pórtico de la Gloria, el abrazo al Santo, el Hostal de los Reyes Católicos, la rúa do francos, los turistas, los peregrinos, menos mal que hay Botafumeiro, la plaza de la Platería, algún palacio, su camino que pasa por muchos lugares y que va a muchos más.
Galicia, tierra de emigrantes, de marineros, de lugareños sabios y prudentes, de mariscadoras, que hacen del trabajo un empeño, de los arriesgados percebeiros, y claro del Ribeiro, Alvariño, marisco, las vacas, el pulpo (o polvo), no confundir. Lugo con sus murallas y su vida tranquila y proviciana, de campo y de mar. La Coruña, capital hacia la Costa de la Muerte, con Finisterre, los bosques, las rías, la playa, los acantilados y el mar. El Ferrol, con sus marinos, y Franco guardado, en el patio del Museo, muchos ferrolanos como él no hubo, floja memoria histórica.

Pontevedra, qué morriña, qué añoranza, muchas piedras recuerdan pasados espléndidos, pero para mí esa iglesia derruida es insuperable, contiene lo romántico, lo religioso, lo político, el buen gusto y el abandono, esos caballeros enterrados en piedra, empedrados?.

En Galicia, mis viajes van y vuelven, como las oliñas, de la infancia a la juventud, desde ahora hasta cuando Dios diga, paisaje agreste, bucólico, terrible, nunca indiferente, pero la gente, se pierde en el mercado de la Piedra, como el mercado, como el Miño en el mar, algunos reman para naufragar, donde Galiza, zozobran, y se zambullen en el oscuro mar.

Hay las meigas, haylas grandes personas, si hubiera que comparar. Más lo falso celta, tan falso como el nacionalista gallego, que de tonto hace un discurso del método.

Más lo bueno en sus puertos, en sus calles, en sus gentes, en su sabiduría, en su acento y hasta la retranca para seguir. Acabemos con el feismo, miña terra galega, los buenos se fueron y no volverán, y tres paletos y cobardes contigo se quedarán.

Un orujo, brindemos por un futuro mejor. Un tanto pesimista y melancólico, pero estoy cansado.

Noche en blanco

Una noche entera sin dormir te permite acabarte un libro tranquilamente, aunque la previsión de una mañana horrorosa no te la quita nadie, al final caes, te despiertas tarde, llegas corriendo a trabajar, sin desayunar, un poco desorientado por las prisas y el poco sueño, y efectivamente la mañana es horrorosa.

En la noche, piensas en lo que lees, en este caso, Los Pilares de la Tierra, de Ken Follet, libro que todo el mundo ha leído, pero que yo no lo había hecho y con ocasión de la segunda parte, se me hacía necesaria su lectura.

Como cualquier libro, te hace pensar, como novela, te pone en el pellejo de gentes y situaciones que por suerte, no has vivido. Desde recrear la vida en la Edad Media, a ponerte en el lugar de uno u otro personaje, viendo desde la perspectiva de un albañil medieval, de un noble sin escrúpulos, de una chica y sus desgracias, o desde un prior benedictino.

En ciertos momentos, te puedes ver pensando como un joven noble despiadado y violento, inmediatamente, como sus víctimas, a ratos, como sus enemigos, esa capacidad del autor de ir variando puntos de vista convierte la obra en un ejercicio interesante.

De los temas que trata, de los que más me interesan es el poder, su origen y sus formas, que en cuanto haya dormido algo más me gustaría comentar. Hoy no. Un saludo.