miércoles, 21 de enero de 2009

La imagen del poder

La cara del poder ha cambiado, lo que antes era la imagen de un pobre negrito de África, que aparecía en las huchas, o como sirviente de Escarlata O`Hara, ahora es la del hombre más poderoso del mundo, volviendo a la imagen de los faraones egipcios, entre medias, los barbudos persas, los afeitados romanos, los desaliñados reyes medievales, los amanerados reyes modernos con sus pelucas, los blancos menestrales fundadores de los Estados Unidos, los rudos jefes bolcheviques y chinos o los pulidos alumnos de Eton, Cambridge o Harvard.

Obama también es un pulido universitario, pero la imagen cambia, ya no aparecen las blancas cabelleras de una aristocracia vieja, sino el color moreno de Occidente, que tanta importancia tiene en la música, desde el jazz al rock, desde lo más profundo de una plantación sureña a los grandes estadios, la música, como forma de identidad actual, con su sonido ha cambiado la imagen de nuestro tiempo, los blancos quieren cantar como los negros, y quieren tener buen color por eso toman el Sol, como rito vacacional de alegría, de descanso.

Andando desde el Capitolio hasta la Casa Blanca, como los nuevos emperadores romanos, con columnas griegas, con el pueblo, millones in situ, más millones aún desde la televisión lo han visto, eso es la imagen del poder y la gloria.

Mientras, en España, donde estuvo el centro de un imperio que abarcaba gran parte del planeta, tenemos una trama de espías que parecen al tio viajero de los Fragel, un presidente que se parece a la rana Gustavo de Barrio Sésamo, una vicepresidenta que se parece al señor Burns de los Simpsons, una diputada principal de la oposición que aparece en vestido de noche en una habitación de un hotel en el suelo como Jessica Rabbit, un jefe de la oposición que parece el Capitán Haddock amanerado, también tenemos al doctor Spoke como lehendakari, a Bacterio como ministro de economía, al Doctor No en Fomento, todos unos personajes de ficción y de comic al mando de nuestro Titanic.

Quizá una imagen vale más que mil palabras.

PD: y no puedo evitar el ridículo al recordar la imagen de Zapatero con el palestino o sentado en el desfile, a Maragall y Carod Rovira con la corona de espinas, al ver en cualquiera de sus actos a Moratinos, las imágenes de la manifestación de los artistas contra Israel o con el No a la Guerra, y tantos ejemplos de cómo unas imágenes, sea la de las Azores o las del 11-M, las de Abu Ghraib o las del 11-S, marcan una época, para bien o para mal, que se ha terminado, menos en España, que seguimos con las lamentables consecuencias (personalizadas en la presidencia de Zapatero y en la oposición de Rajoy) de una época llena de aciertos (económicos y políticos, personalizados en Aznar y Bush) y con grandes errores (con Bush y Aznar, también de protagonistas).