domingo, 30 de enero de 2011

Busco un bar

Tras la entrada en vigor de la ley antifumadores en los locales públicos, tengo un problema, y es, que lo que yo siempre he entendido como un bar, una tasca o una taberna ha desaparecido, ahora esos establecimientos que antes eran bares se han convertido de la noche al día en tiendas donde venden café o bebidas para el consumo inmediato sin más, pero lo de lugar de ocio, de encuentro, de agradable estancia común ha desaparecido, porque si como hoy, voy a leerme la prensa, mientras tomo un café y fumo un cigarrillo, resulta que o lo hago por partes o me cojo una pulmonía o un catarro o lumbago o una neumonía o todo a la vez, pues deja de ser cómodo y prefiero irme directamente a mi casa.

Cuando fumo en la calle con el frío que hace, me acuerdo de la familia de todos los políticos y en especial de la de las tres últimas ministras de Sanidad, de su jefe, el memo y de los diputados de la oposición que apoyaron la ley de marras, porque me han convertido en un ciudadano de segunda, en un parias, que no tiene espacio resguardado para poder fumar y me jode.

Porque claro, no frecuento restaurantes de lujo con zonas privadas, como sus señorías, ni club exclusivos, si no que solía frecuentar bares, tabernas, mesones, tascas, bodegas, convertidos ahora todos en cafeterías de piscina, en cafetería-restaurante de aeropuerto con ese olor a detergente, con ese ambiente entre solitario y desolado, de paso, impersonal, socialista, totalitario, automático, idénticos unos a otros, aunque no se parezcan, con personal de contrata polivalente, de empresa de limpieza, seguridad o conserjería, donde si consumes es por necesidad última o por pasar el rato aburrido entretenido en nada, disfrutando de la cucharita-palo de plástico igual que del bocadillo-atrezzo de jamón, con ese olor a gente relimpia y deportista, con maneras cuarteleras, de cantina de tropa.

Y entre esa soledad, a veces rota, cuando entra alguien a tomarse rápidamente su consumición, o cuando entran los que antes les molestaba el humo y no entraban en el bar, que se piden una bebida light, un aperitivo dietético y un vaso de agua, ocupan ocho sillas con sus raquetas y bolsas de deportes, permanecen media hora y dejan el suelo impoluto, y al del bar, que hace unos días decía cómo respiraba de bien, ahora empieza a respirar peor, con sensación de ahogo al ver que su negocio se va a pique, al ver que su puesto de trabajo pende de un hilo, de humo y del sol, que caliente a esos fumadores, antiguos clientes de ese tipo de establecimientos, que por la graciosa potestad de la ley han dejado de ir a unos lugares que han dejado de ser cómodos y agradables, así de fácil.

Y ahora, medio ronco, mientras me tomo el vermú en mi casa, esperando la primavera, y recordando lo que eran las barras de bar hace poco, pero que parece hace mucho, para sentarme en una terraza, como mal menor, estoy pensando cómo recuperar los bares, aunque creo que como las golondrinas de Bécquer, no volverán.

Y en esto que me acordaba de las películas de época, tipo Curro Jiménez y de los grabados y descripciones de esos establecimientos de cante, de baile, de vino y humo que desaparecieron en el siglo XIX, por la prohibición de la autoridad, temerosa del pueblo llano, donde los blanditos, los pisaverde, los petimetres no entraban, y si lo hacían se iban tiesos, quizá con una manita. Tascas de puerto con tipos duros, con aire que se cortaba con cuchillo, donde se jugaba a las cartas, se bebía, también con habitaciones arriba, como en el Oeste, con mujeres de copla, pero bueno eso pasó. Y parece que los bares de antes también.

En fin, busco un bar, de verdad, y me parece que de un momento a otro, tendrá que haber alternativa, club de fumadores, asociación o algo, porque esto de fumar en la calle es una putada. ¿Quizá quieran que no lleguemos a cobrar la pensión matándonos antes, por si el tabaco no lo hacía lo suficientemente rápido, como medida de ahorro?

PD: Esta ley no se incumple mucho todavía porque no está aclarado quién denuncia y cuáles son las sanciones, pero cuando se aclare, también hay derecho de admisión. Un Saludo.

miércoles, 26 de enero de 2011

Astérix y la hacienda de los godos

Acabo de leer la noticia que dice que la Hacienda francesa le reclama a Uderzo, 200.000 euros por no considerarlo creador de Astérix, solo a su compañero Goscinny y creo que es tan injusto como no considerar a Hitchcock creador de 39 escalones, al ser una obra basada en la novela de John Buchan, un auténtico disparate.

Así, Astérix, galo universal, acompañado de su fiel Obélix, que con la poción mágica pueden contra todos, invasores romanos, piratas y demás, hacen al lector niño y no tan niño, creer en los valores de la comunidad, viajar por la historia de un modo divertido, sin dejar de ser ellos mismos, con la magia de Panorámix, con la música del bardo, con los jabalíes y los menhires, tendrá que luchar esta vez contra los godos francos y los galos romanizados de hacienda.

Y hablando de Buchan, leo una frase suya célebre: "No great cause is ever lost or won, The battle must always be renewed, And the creed must always be restated" ("ninguna gran causa se gana o pierde jamás, la batalla debe siempre ser recomenzada, y las creencias deben siempre ser puestas al día").

Y dicho esto, aplíquese a los que se quiera, pero en la España actual, deberíamos tenerla en cuenta.

jueves, 20 de enero de 2011

En la calle

Estaba en la calle fumando, dónde si no, y como todavía no hace tiempo de sentarse en un banco, paseo y me fijo en la gente que pasa, que como todos sabemos cada vez somos más, unos esperando a Godot, otros entreteniendo el tiempo, hay quien cree que está trabajando por aquello de ir de sitio en sitio intentando vender algo, muchos que han decidido ponerse en forma ahora que tienen tiempo, gracias a Zp, y en cierto modo es una buena noticia, los españoles hemos recuperado nuestra calle.

Emocionado por la gran noticia que recibíamos ayer, sobre que ya se puede hablar en galllego, catalán y euskera en el Senado, y que sólo nos va a costar 400.000 euros al año la presencia de intérpretes al castellano y del castellano a las demás lenguas, cienmil eurajos arriba o abajo, he caído en un fallo que han tenido nuestros políticos al hacer esta utilísima y necesaria reforma del reglamento del utilísimo y necesario Senado, lleno asimismo de valiosos próceres de la patria, que es el olvido, que espero que no sea intencionado, pero que es claramente discriminatorio del caló, si señorías, porque si algún pueblo conoce el territorio español como nadie ese es el gitano, que desde el incierto día que entraron en la península ibérica, estaban constituidos por una identidad bastante más definida que muchos de los que ahora se las dan de diferentes.

Porque sin gitanos, no sería casi nada el flamenco, patrimonio de la humanidad, sin gitanos, nuestra calle no sería lo mismo, no habría prácticamente limpiabotas, tristemente en extinción, ni podrían encontrar nuevos dueños los objetos extraviados, ni tendríamos un medioambiente tan fantástico sin su labor de hace decenios por el reciclaje (de chatarra fundamentalmente), pioneros mucho antes que los pijos progres que creen haber inventado el Medio Ambiente, sin gitanos las tascas no tendrían ese ambiente tan cañí, ahora sin humo tampoco será lo mismo, sin un gitano como Rodrigo de Triana, Colón no hubiera descubierto América y hubiera seguido camino a ninguna parte, sin gitanos no habría rumba catalana, ni ferias en los pueblos con sus casetas de tiro al blanco o los coches de choque, o cómo hubieran terminado las Olimpiadas de Barcelona 92, sin los Amaya y Peret, o qué sería de los programas del corazón sin Isabel Pantoja, apenas nada, ¿quién recogeria muchas cosechas si no?, sin gitanos no se habrían regalado la mitad de flores a las novias, a las madres españolas, y nuestros cementerios serían más tristes, y no como ahora, pura alegría, tampoco habría distribuidores de todo lo que se prohibe (no todo es bueno), haylos buenos y malos, ni se hubiera escrito Carmen, ni las navajas de Albacete habrían alcanzado su justa fama, ni la guitarra española, ni la cabra, ni la Legión, ni Curro Jiménez, ni el toreo, ni siquiera el vino de Jerez, sería lo mismo.

Y España molaría menos, no sería fetén, ni chipén y tendríamos que soportar el paripé de los barandas y el camelo de los choros, que chamullan caliente y nos dan coba, para endiñarnos una ful, y seríamos un país más triste, sin duda.

En fin, ahora que piso más rato la calle, me he acordado lógicamente de los gitanos y creo que es evidente la necesaria rectificación del Senado, si quiere ser una cámara territorial, porque de caminos, de carretas, de herraduras, de los campos de España, de la sierra, con sus bandoleros, los que más saben de España, son la pestañí (la Guardia Civil) y los gitanos.