miércoles, 8 de enero de 2014

El Rey de España

Juan Carlos I, Rey de España, es sin duda una figura clave en la España de los últimos 40 años, su valor como Rey es fundamental, ha sido casi un Rey medieval, ya como jefe real de las Fuerzas Armadas, así como de tótem mágico para nuestra democracia y nuestro país en general (incluidos los secesionistas), también ha gozado y goza de una gran popularidad entre súbditos y ciudadanos, indiscutible es su imagen internacional y conocido y reconocido por sus buenos contactos.

Sus aficiones a la caza mayor y menor son conocidas también, y nunca han sido demasiado problema, para eso es el Rey. Su corte es infinitamente más poderosa que las de reyes anteriores. En vez de nobles haraganes como tenía Luis XIV, se ha rodeado de empresarios de éxito, de banqueros poderosos, de ambiciosos políticos y por supuesto, siempre ha contado con la fidelidad del Ejército y de los servicios de información del Ejército y del Estado.

Si su sucesión a título de Rey, fue en varias fases y triunfó, se debió a una clara habilidad política y al haber entrado en el poder antes de la muerte de Franco. Si su sucesión dinástica fue de facto por abdicación de su predecesor y a toro pasado, también lo fue la de Alfonso XII, y la de Fernando VII, y en ambos casos como el suyo fueron restauraciones con éxito, con el apoyo general del pueblo, del Ejército y de los principales dirigentes de la Nación. Esos fueron sus poderes y esos son sus poderes.

Los papeles en España, se escriben y firman después, no pasa nada.

Dicho esto. ¡Larga vida a Juan Carlos I!, pero debe abdicar.

Ahora el Rey, debe mirar por el futuro de España y de la Monarquía y el mejor ejemplo que he encontrado es Carlos I, que abdicó en su hijo Felipe II, y con ello dio lugar a muchos años gloriosos de España, viviendo dos años más en su retiro de Yuste.

También, otro ejemplo, que está permitiendo a su sucesor una cobertura moral importante para afrontar cambios ha sido la renuncia del Papa Benedicto XVI. Y está funcionando.

El Rey podría seguir ejerciendo su autoridad moral en todos los poderes del Estado, sirviendo de apoyo a su hijo, mientras se hace con el poder real que su cargo le impone y valiendo igualmente como mediador, como imagen y como lo que lleva significando hasta ahora, posibilitando un avance y un motivo de esperanza para el futuro, afianzando la estabilidad del sistema actual, y permitiendo situar al Príncipe en primera fila para los cambios que se avecinan, que se quiera o no, van a ser importantes.

Y al contrario que los ingleses: El Rey ha muerto, ¡Viva el Rey!, que el Rey viva muchos años, pero que haya un nuevo Rey.