martes, 31 de marzo de 2009

Accidentes y delincuentes

Estaba pensando que si yo pidiera prestados 9.000 millones de euros y no los devolviera, quizá alguien, por lo menos quien me los ha prestado se molestaría, pero por lo visto no es así, lo que ocurre es que ni a quien me los prestó, ni a mí, nos pide nada nadie, ni siquiera hay detenciones, ni nadie se molesta, simplemente, llega el Banco de España y lo pone, ¡fenomenal!

Por otro lado, referente al accidente del Yakolev, nadie parece darse cuenta que son militares los que realizaban las funciones de policía científica y de forenses, y como parece que en España han objetado casi todos los que opinan, voy a explicar cómo funciona el asunto:
1ª Orden: vayan al lugar y traigan los cuerpos.
2ª Orden: ¿Ya están preparados? (No lo sé, piensa el que recibe la orden) pues, ¡Cagando leches para Turquía!
3ª Orden: ¿Los tenemos? (No lo sé, piensa el último que está con los cuerpos) pues, ¡Al avión, cojones!
4ª Orden: ¿misión cumplida? (No lo sé, piensa el que recibe la pregunta) Pues, ¡entreguen los cuerpos a las familias después del funeral!

En una organización civil, los técnicos se hubieran tomado su tiempo, nadie firma nada sino tiene seguridad de lo que hace (generalmente), se hubiera tenido una reunión con las familias, se les hubiera llevado a identificar los cuerpos, como ocurre en otros accidentes de avión, hubieran sido los familiares quien aceptarían la identificación, pero en el ejército, una orden es una orden, la obediencia es un requisito imprescindible y la objeción y las dudas sobre las actuaciones de compañeros y mucho menos de los mandos no se contempla, así de fácil. Es evidente que no se hicieron identificaciones con ADN, quizá con los uniformes, quizá algunos con las chapas, pero en el caso de que hubiera mezclas, como es posible que ocurriera, se zanjaba con una orden: ¡Hagan lo que puedan!, pero con las formas militares: ¡Echando leches!

La pena de este asunto es que se actuó según se actúa, y si alguien dice algo fuera de tono, se le mete un paquete. El error está en que el ministro Trillo piensa y actúa de la misma forma que los generales a los que daba sus órdenes y los demás pues actuaban de la forma que se suele hacer, donde las bajas son bajas, los soldados son soldados, pero claro, las familias no piensan igual, solución: ninguna.

Otro aspecto: si la brigada se llama de rescate, es de rescate, si se llama de identificación, es de identificación, independientemente de los conocimientos que se tengan, cuando yo hice la mili el peluquero sabía de peluquería lo mismo que de mecánica, el enfermero estudiaba derecho, el informático estaba repitiendo COU, el puesto en cocinas se rotaba, lo mismo que cualquier otro servicio, la instrucción se hacía repitiendo el aprendizaje que cada instructor había recibido y se acordaba, había órdenes, que tenían las características de lo contado antes, pero la mayoría de las cosas se aprendían por imitación, por las recomendaciones (chulerías, empujones, risas o lo que proceda) que decían los más veteranos, tales como que no se puede perder una bala en una guardia por que se te cae el culo, tales como que no saludar cuando te cruzas con un mando es un paquete fijo, por ejemplo: nadie te dice cómo reconocer a un mando, lo aprendes por supervivencia, pero ante situaciones nuevas no hay más manera de actuar que fijarse y hacer lo que los demás, y unas ordenanzas que te leen por las mañanas, que son muy genéricas y no valen para casi nada. Hay que llevar las botas limpias, el uniforme completo y hacer lo que te ordenen a toda prisa, pero siempre fijándote de con quién te cruzas para saludarle como se merece ¡A la orden! ¡A la orden de Usía mi coronel!, hay que estar a cada hora donde te toca, hay que tener hacia dónde ir en cada momento, salvo que se te ordene lo contrario, en tal caso, preguntar cual prevalece. ¡Y punto!