jueves, 18 de septiembre de 2008

Capitalismo y crisis

El fundamento del capitalismo es la propiedad privada, de ahí, podemos dividir dos formas de actividad capitalista propiamente liberales, que serían el capitalismo especulativo y el productivo. Ambos sistemas, existen desde antiguo.

El capitalismo especulativo existe desde antiguo, ya los fenicios hacían sociedades participadas por distintos príncipes y nobles, donde fletaban un barco con productos propios, que iban por el Mediterráneo intercambiando los productos por otros que para ellos tenían mayor valor de cambio, más tarde, ya en el siglo VII a. C. en las colonias griegas levantinas con el nacimiento de la moneda, con valor monetario, aunque existían antecedentes en forma de espiral o simples lingotes o láminas de metal (oro, plata, bronce o cobre).

Pero esta empresa tenía sus riesgos como el naufragio o el robo o incautación por otros pueblos o piratas (existentes desde el siglo XV a. C.) que se quedasen con la carga. Era habitual, por tanto perderlo todo, incluso la vida, por lo que la actividad era arriesgada, por eso se ganaba y por eso no lo hacía cualquiera, porque había que tener y exponer el capital.

El capitalismo productivo, estaría en cualquier persona que tuviese una propiedad sea agrícola o ganado o los medios de producción (como aparejos de pesca, arado o una barca, una carreta, unos conocimientos técnicos o artísticos) y sacara provecho de ello. En este caso, que estoy utilizando, el noble y los marineros embarcados en esta empresa, si conseguían volver, se hacían ricos, por lo que sería su trabajo, lo que les proporcionaba esa acumulación de capital, mediante el comercio de ultramar.

Como distorsión, de este sitema siempre estaban, como ahora, las fuerzas de la naturaleza y la fuerza bruta (en forma de poder estatal, nobiliario) o en forma de robo, razzia o pirateo.

En la Baja Edad Media y sobre todo, a partir del Renacimiento, se crea la figura de la carta de crédito, que es un papel, que aceptan ambas partes, como pago, evitando el peligro del transporte de dinero, de este modo, se hacían operaciones internacionales, menos arriesgadas, ya que evitaban el robo del dinero que se encontraba a buen recaudo, cuando estos títulos de crédito eran canjeables, así como otros contratos de compra-venta de productos, o de participaciones en empresas, esto lleva a crear unos valores de cambio, con los que se negociaba, donde la información pasaba a ser un instrumento vital (ver el libro: El mercader de café, de David Liss, que describe muy bien los inicios de la Bolsa de Amsterdan, en el siglo XVI).

En la Bolsa, se comienza a ser especulador, sobre la inversión de otros, que a su vez se basa en el trabajo (básicamente comercial, con un cierto riesgo, que es el valor añadido al producto o servicio prestado).

Cuando se establece un sistema tan complicado como el existente hoy en día en las Bolsas internacionales, no hay que perder de vista esto, ya que a pesar de jugar con variables, riesgos, posibilidades multivariantes, no deja de haber un elemento real que soporta todo.

Si se pierde el elemento real, que está justo debajo del prestigio de quien lo ofrece, prestigio ganado con el éxito continuado en el tiempo y ese olfato necesario que hace ricos a inversores y sociedades de inversión, se está jugando con humo, hasta que se llega a un tonto que lo pierde todo por el humo o alguien se encarga de hacerse cargo del humo con objeto de salvar el sistema como ha ocurrido estos días con el Gobierno de Estados Unidos y la aseguradora AIG, o los bancos Fannie Mae y Freddie Mac, principales tenedores de los créditos hipotecarios subprime, originarios de esta gran crisis financiera, pero no originadores de la crisis, ya que los que la originaron fueron dos circunstancias reales: un economía real que iba a peor, con menos beneficios, haciendo perder puestos de trabajo, puestos de trabajo que avalaban los 600.000 créditos hipotecarios concedidos a personas potencialmente peligrosas, por su inestabilidad económica, a la hora de pagar, cosa que ocurrió, junto a la falta de integridad (moral y falso prestigio profesional) de los bancos que se dedicaban a conceder este tipo de créditos.

Así, llegamos a este momento, al descrédito de las sociedades y bancos de inversión, total como Lehman Brothers o parcial como Morgan Stanley o Goldman Sachs, que a su vez, son accionistas de muchos bancos comerciales y otro tipo de empresas, que ven que ese dinero que les financia, no es real, por lo que su valor real decrece, imposibilitando el ejercicio de la economía real, que necesita de dinero, para mantener su actividad, y que sino hará cerrar empresas, por lo que los impagos aumentarán, haciendo más débil aún el sistema, hasta que se equilibre de nuevo y vuelva a crecer. Pero hay que tener en cuenta, que el riesgo en bolsa, como en la vida siempre es real.

A propósito de esto, me estoy acordando de una conversación que tuve el otro día, donde un amigo de ideología cercana al comunismo, que había estado trabajando en China, decía que lo de China, no era el verdadero comunismo, como justificación al desencanto (por decirlo suavemente) que había sentido en China (el caso de Jiménez Losantos, que lo cuenta en Barcelona: la ciudad que fue, es conocido por todos), abandonando el comunismo y abrazando el liberalismo.

En cambio, el otro día, Felipe González, criticaba al capitalismo, diciendo que los mercados no se regulan solos como es común creencia en el liberalismo, yo aquí, no voy a decir lo del amigo sobre China, que esto no es el verdadero capitalismo, sino a constatar que la intervención estatal no va dirigida a mejorar el capitalismo, sino a evitar las consecuencias que un crecimiento ilimitado, junto a una especulación excesiva, tendrían en la sociedad, en los trabajadores, en los ciudadanos.

Esto sería lo que en empresa se llama responsabilidad social corporativa, aplicado al estado, sociedad del Bienestar, aunque evidentemente cierto varapalo va existir tanto para muchas empresas como para muchos inversores, no podría ser de otra manera, porque el riesgo es lo que hace posible el capitalismo.