viernes, 19 de junio de 2009

Una de espías

En España, podemos disfrutar como cualquier mito se nos viene a abajo cada día, así hemos visto como la mítica democracia, sistema político de participación ciudadana se convierte en una farsa entre maleantes, donde unos se acusan de llevarse el 3%, otros de darle 10 millones de euros a la familia, o de cómo un representante (senador) y tesorero del PP no paga sus impuestos, entre tantos y tantos ejemplos vergonzantes, donde puede resultar que lo que era un cargo admirado y respetable como Presidente del Gobierno o ministro, se llena de inútiles, impostores y gentuza que provocan tristeza, risa o pena alternativamente o a la vez, pero lo último, relacionado con los entresijos del poder y la seguridad, son dos hechos, uno la video conferencia entre la ministra de Defensa y un general, donde aparte de indiscretos, quedan de tontos, algo que por desgracia cada vez más parecemos los españoles gracias a nuestros representantes.

El segundo hecho, los gastos del director del CNI, sus pesquerías, sus cacerías, sus obras particulares y otros usos indecentes del dinero público y de los recursos del Estado, que si bien podría tomarse a broma y unirlo al suma y sigue de nuestro tormento informativo, es particularmente grave, ya que estamos ante un cargo que exige confianza, mucha confianza, porque accede a todo y casi nunca debe responder por ello, amparado en la seguridad del Estado, y nos recuerda a aquellos usos de los fondos reservados de otros cargos (Roldán, Vera, etc,...) que salieron a la luz, aparte de los crímenes, por el gasto y derroche de dinero (que resultó público) de un funcionario en un Casino. Unas costumbres poco éticas que descubrieron una corrupción del Estado y de los dirigentes de la seguridad del Estado, que gracias a unos periodistas resultaron condenados, aunque hoy en día, quien necesita escolta es el periodista principal de la investigación, ejemplo de cómo la corrupción no se atajó del todo sino que ha ido creciendo y que el aparente paréntesis que fueron los años de Aznar, con el 11-M volvimos a tener ciertas sospechas, que a mi juicio van creciendo, al ver, una vez más, que la persona responsable de nuestros servicios secretos, cargo que debería estar ocupando una persona de imagen y trayectoria intachable, la ocupa otro truchimán, un pájaro, un caradura, como mínimo, pero que me temo que solo será la punta del iceberg, ya que si uno está dispuesto a eso, seguro que tiene mucho más que esconder.

Lo peor de todo, es que todos esos gastos se detraen de un presupuesto que debería ir destinado a eliminar la amenaza de los terroristas, a proporcionar apoyo a las fuerzas de seguridad, para tratar de evitar en gran medida los delitos de terrorismo, y nos hace pensar que si ese dinero mal gastado hubiera podido evitar otro atentado como el que ha costado hoy la vida al inspector d. Eduardo Puelles, y aunque no hubiera podido hacerse, no es estético este desfalco, cuando hay españoles, funcionarios policiales, guardias civiles, agentes del CNI y más gente jugándose la vida, mientras un payaso, se gasta nuestro dinero en sus vicios, como mínimo, que dimita o lo dimitan, la verdad que en estos casos, merece que lo fusilen por traición, pero seguro que ni una cosa, ni otra, y si acaso, dentro de un tiempo, aparece como eurodiputado o como embajador en el Vaticano o en Washington.