martes, 29 de noviembre de 2011

De libros

Acabo de terminar la novela de Luis Herrero, El tercer disparo (La esfera de los libros, 2009), me ha gustado, una novela que se ambienta en la política española reciente, y que trata el terrorismo, los espías y el periodismo. Como novela es interesante y dado el conocimiento que tiene el autor del ambiente en el que se desarrolla es bastante didáctica, pesimista con la naturaleza humana, pero aún así, como todo buen autor de novela negra, salva al lector de la tristeza con una coral de héroes anónimos que son testigos y protagonistas de esta historia.

Y como esta obra, también ambientada en esta España de la transición a nuestros días, con etarras, políticos, espías, policías y guardias civiles, he leído este verano una buena novela policiaca Las lágrimas de Gorka (Ediciones Atlantis, 2011) de Javier Reyes Izquierdo (http://www.edicionesatlantis.com/). Donde el autor, hijo, nieto, bisnieto y tataranieto de la Benemerita, que entró en la Guardia Civil a los 18 años y que un servicio con explosivos le apartó del servicio siendo todavía muy joven, narra una historia muy interesante, que se lee muy bien, y que además juega con muchos aspectos biográficos del autor, unos vividos, otros oídos de primera mano que hacen que lo ficticio, tenga mucha verdad, como la buena literatura.

Y de verdades a medias, un ejemplo, el libro de Manuel Fernández Monzón, Una vida revuelta (Ediciones Península, 2011), donde el general retirado narra sus experiencias en la política, en el espionaje y en la milicia. Cuenta algunas cosas interesantes, que no por sabidas estaban dichas tan explícitamente como que los servicios secretos españoles cobraron parte de su sueldo, durante bastante tiempo de los norteamericanos, habla de Jano, ese archivo donde todo español que vaya a ser algo o lo haya sido está incluido (obra, milagros y vicios), que también cita Luis Herrero. Es interesante la parte de los contactos, creación y promoción de los partidos políticos en la etapa final del Franquismo. Y es algo novedoso en su narración sobre el 23-F. También ha tenido su polémica por declararse republicano, ya que aunque matiza, suena un poco raro en un general de esa época, ligado a la transición y a la monarquía, que últimamente, no hace si no recibir palos.

Por cierto, de Luis Herrero, me leí el libro sobre Suárez, Los que lo llamábamos Adolfo (La esfera de los libros, 2007) y también tiene aspectos interesantes, como la muerte de su padre Fernando Herrero Tejedor, que fue ministro y secretario general del Movimiento Nacional en el penúltimo gobierno de Franco, de su experiencia como periodista y lo del Almendro en el 23-F.

Y hablando del 23-F, me he leído Anatomía de un instante (Mondadori, 2009) de Javier Cercas, que resulta muy interesante aunque no comparto la visión del autor, me gusta el formato, que se parece a su otra obra de éxito Soldados de Salamina (2001), y el libro de Jesús Palacios, El 23-F, el Rey y su secreto (LD Libros, 2010), con el que estoy mucho más de acuerdo y me creo más.

El tema del poder, la naturaleza humana, ambientada en la España de la pre-transición, de la transición y de lo post-transición está en auge, este tema en Estados Unidos, traería bastantes títulos de cine, con posible éxito, pero en España, hasta los escritores se la juegan un poco, los cejitorcidos del cine y vientre sueltos del cazo, ni se lo plantean, y los poderosos no se lo pueden permitir, porque aquí todo está relacionado y el que no lo está, tiene crisis, y la vida sin dinero y sin poder es muy dura.

Únicamente encontramos alguna película como El Lobo (2004) basada en la vida de Mikel Lejarza, que fue producida por Melchor Miralles y otros cuando estaba en El Mundo, y que he leído en Las alcantarillas del poder (La esfera de los libros, 2011) de Fernando Rueda, que finalmente le condecoraron por ayudar a desarticular la cúpula de ETA, algo es algo 20 o 30 años más tarde, como todo en España, llega tarde, cuando llega, la mayoría de las veces, lo que llega es la ingratitud, la tristeza y el hastío de los buenos. Casi nunca la venganza, solo en las novelas. De justicia, ni hablamos.