lunes, 11 de mayo de 2009

Asesinato en el metro

Al legislador y a la opinión pública:

Las imágenes del asesinato de Carlos Palomino, un joven que iba a una manifestación antifascista en grupo numeroso, a manos de un neonazi que iba a otra manifestación llamado Josué (aparte de lo curioso, que no es caso único, también los hay que se llaman Israel) no dejan lugar a la duda, alguien iba a morir ese día al producirse el encuentro (prevención policial, por lo tanto de los mandos y delegación de Gobierno: suspenso), ya que no solo es que lleve la navaja en el bolsillo, sino que la saca, la esconde, y se sitúa en primera fila dispuesto a recibir la provocación para asesinar sin más, y al primero que le increpa, el más gallito, señalándole y cogiéndole de la camiseta (que debe ser referencia reconocible, ya que parece que ya le tenían visto desde el andén, desde donde comienza el suceso trágico), ése se lleva la puñalada mortal.

Este chico, Carlos Palomino, parece que no se dió cuenta del peligro que corría, es más, parecía seguro, pero enfrente no se encontró con un sujeto normal, sino ante un tipo que estaba decidido a matar.

Otros que pasan antes del asesinado, sí que presienten el peligro, por la cara o por la posición corporal, o por lo que sea y se fijan en la mano, que al ver el arma o presentirla se retiran convenientemente, el resultado, un drama familiar, un héroe para este tipo de grupos efímeros, radicales pero efímeros, recurrentes y habituales pero efímeros.

Aunque en este caso, el asesino, parecía refugiado en una imagen de ultra neonazi (ya de por sí poco alentadora), me parece que hubiera sido igualmente criminal en cualquier otra circunstancia de su vida, ya que ese comportamiento solitario, va más con la personalidad de un personaje de película de Harry el sucio, que de un miembro de cualquiera de estos grupos, lo malo es cruzarse con él, no obstante, la violencia manifestada en este tipo de radicales hace que la pertenencia a estas bandas sea una actividad de riesgo y algo poco recomendable para cualquiera, la verdad.

Aunque en la adolescencia y juventud nadie está a salvo de juntarse con lo mejor de cada casa, y que la violencia no solo existe entre estos grupos, sino que está a la salida o dentro de cualquier discoteca o zona de copas, es verdad que las bandas, favorecen encuentros violentos ante la policía (antidisturbios generalmente) o con bandas rivales y llevan más papeletas para acabar mal, también el hecho de pertenecer a las mismas es un indicio de tener la violencia como actitud recurrente.

En este caso, en mi opinión, Carlos Palomino, se encontró ante un asesino de libro y le tocó, con muy mala suerte, el asunto es cuánto tiempo va a estar el asesino en la cárcel, y como siempre será poco, y yo sin ser adivino sé que este tipo Josué, volverá a matar, incluso es posible que hasta dentro de la cárcel, para lo que pido aquí la cadena perpetua, por el bien de la sociedad y como disuasión práctica del delito. Pero como sabemos, no hay tal pena en España, así que calculemos unos años e igual en una manifestación, en el metro, en una zona de copas, alguien, otro chaval, será la víctima y esto no es estadística es casi seguro, y sino vuelvan a ponerse el vídeo en Youtube, que he visto en Elmundo.es.

Aunque el perfil asesino no es la tónica general ni siquiera en estos grupos, cuando hay sujetos así habrá que cortar la proliferación de alguna manera (sean bandas latinas, neonazis o incluso antifascistas, que en este caso, uno de sus miembros resultó la víctima), tampoco cometer el error de agruparlos en la cárcel como en Estados Unidos, porque sino lo que haces es abrir una universidad de criminales, como hemos visto denunciado o recreado en multitud de películas y series de televisión.