jueves, 12 de marzo de 2009

Prosa poética

Iban en el tren al trabajo o a estudiar o al paro, sin querer, algunos, todos, se quedaron sin cobertura.
Estaban durmiendo y el sonido les despertó, al tiempo que a otros iban a un sueño eterno.
Luces, sirenas, silencio, al fin, noticias, uno, dos, quince, treinta, cincuenta, ciento cincuenta, quizá más.
Estupor, miedo, sale uno dice una cosa, otro que dice otra, todo el que pasaba por ahí cuenta, comenta, el mundo nos mira y nosotros no tenemos qué decir, más que contar, no sabemos quién, los de siempre, otros, un ministro se desmaya y aparece enrojecido, uno tras otro, la familia no contacta con los suyos, el que llega al trabajo no trabaja, unas tilas, no, yo cogí el siguiente, no, estuve en otro tren, nos sacaron andando, por el campo, sí, yo entré por un lado, por la tapia, no me tocaba trabajar, pero fui, y no podré olvidarlo nunca, es horrible, la costernación no puede ser más grande, el estupor no puede ser mayor, una manifestación multitudinaria, agobiante, horrible, lloviendo, no sé por qué he venido, no puedo salir, ¿por qué? algunos llevan carteles de ¿quién ha sido?, yo no he sido, quince islamistas, una cinta, la mezquita, España no merece un gobierno que mienta, ¿quién miente? ¿quién sabe? Rubalcaba, San José, cercan las sedes, y después una jornada tranquila, perder no es ganar, ganar no es ganar, perder es perder.