martes, 23 de septiembre de 2008

Al 3 por ciento

La marcha de María San Gil y el apaño descarado en la Justicia, es una prueba visible de cómo vamos a una oligarquía de los mediocres, gente gris, proveniente del funcionariado del Estado, que poco a poco van conformando una tecnocracia, pero de unos técnicos que tampoco les gustaba su actividad que en seguida la abandonaron sin ninguna brillantez y cuando vuelven con la misma falta de brillantez van para dirigir lo que abandonaron con desgana, por designación del partido (entiéndase la entente PSOE-PP-PNV-CIU-BNG-ERC-PSC-IU), ya sea en las aulas universitarias, en los claustros, en los tribunales o en los órganos "independientes" varios.

Si vemos los perfiles de los políticos de tercera fila que tenemos, funcionarios de vocación, opositores brillantes o a dedo, escasamente maleados con la realidad laboral y social, que no se bajan del coche oficial gobierne quien gobierne, comprenderemos mejor la diferencia esencial con quien tiene a la política como compromiso moral con la sociedad, como María San Gil, que deja la política por ver traicionadas sus convicciones, quedándose sin el amparo del aparato del Partido Popular y del Estado, pero con el mismo riesgo que cuando estaba en la vida política activa y sin ningún beneficio.

Los rajoyes gallardonitas sorayescos zetaperinos son funcionarios muy válidos, tíos estupendos, hijos e hijas predilectos, brillantes como ellos o ellas solos o solas, queridos y queridas por su familia como ninguno, que estudiaron y con gran éxito sacaron su oposición, encerrados en su casa mucho tiempo, cuando los demás trataban de divertirse y ligar, hacían curros de mierda, echaban currículum a punta de pala, decenas de entrevistas con capullos, es decir, aprendían lo dura que es la vida.

Estos perfiles rajoyinos gallardonescos sorayitas zetaperinos, han pasado del amparo familiar al del partido, tras la oposición han cosechado relaciones fantásticas, han conocido a la crema del aparato del Estado, les han ofrecido irse donde quieran, a cualquier carguito y sin problemas han aceptado gustosamente.

Mientras para los demás, la política es inaccesible, salvo para marrones o que fuera en sitios que no quiere nadie, como el puesto de María San Gil cuando ella accedió (Gregorio Ordóñez, su antecesor fue asesinado en su presencia y mientras caían más y más concejales y cargos del PP vasco). Por eso perder un líder político de las características de María San Gil, es hoy día, más que nunca, un lujo que no nos podemos permitir y que no debemos permitir.

Ahora que la cosa está más tranquila, nuestros rajoyes gallardonitas sorayescos zetaperinos reclaman su sitio, "manque pierdan", porque ya han visto la luz, en el sistema claudicante, pelotero, entreguista, conservoso, centrímodo, pactoso, pero, siempre hay un pero, carecen de lo principal que se tiene que tener en política en una democracia: empatía.

¿pero qué democracia? la del pnv, la del prisoe, la del pesecé o del benejá, la de Baleares, la de Canarias, la de Extremadura, la de los taifas, la de la entente.

El camino lo marcó Piqué y los demás, han visto esa luz al final del camino, del chalet, del ministerio, del palacio de congresos de Valencia, entre chusma y sonrisas, es solo un rato, lo demás diplomacia veneciana, formas de la corte borgoñesa, discusiones bizantinas: ¡olvidemos el Tinell!, ahora el "cent per cent", el ciento por ciento, al 3 por ciento (nominal, en realidad al 20%). Pero ¡ojo!, el 20% de nada resulta nada.

Espero ver de nuevo en política a María San Gil, pronto, seguro que el partido de Rosa Díez tiene un sitio. ¡ánimo María!, lo importante es lo que defiendes y representas, no dónde.