Viendo a la madre de la niña Silvia Martínez, que murió asesinada con 6 años en Santa Pola el 4 de agosto de 2002, no queda otra que volver a lo mismo de siempre (lo siento, yo también me olvido de las víctimas), y es que no puede haber impunidad, no solo se debe condenar a los responsables directos, los asesinos etarras, si no que hay que buscar hasta el último responsable, quien dio la orden, quien dio la información, quien fabricó la bomba, quien financió todos esos asquerosos asesinatos, y ante esta nueva versión de diálogo con ETA, con etarras dentro del parlamento, en todas las instituciones, hay que buscar y eliminar a cada uno de los responsables de que este asesinato y tantos otros se hayan producido, alentado, amparado, comprendido...
No puede haber perdón, ni olvido, sin justicia. Y si normalmente siento vergüenza por los políticos que tenemos, por los jueces que tenemos, por las instituciones, por los sinvergüenzas que nos esquilman, chulean y por todos los que lo aprovechan, desde los bancos hasta el lucero del alba, con Errecondo y los demás mierdas que campan como políticos o como asociaciones y que además van de víctimas, con abogados y banderitas de colores, lo que siento es asco, ira, deseos de venganza.
Ante esta situación, no puedo más que sentir una absoluta admiración ante las víctimas del terrorismo, que pese a tener más que justificación para sentir y realizar si quisieran (que muchos podrían)una venganza que restaurara la verdadera justicia, soportan con entereza y esperanza de justicia, las acciones y omisiones de nuestras instituciones y sus funcionarios. Así que, una vez más, reclamar desde aquí: Justicia.
