martes, 5 de agosto de 2008

Muerte de un disidente

Alexander Solzhenitsyn, escritor, autor de Archipiélago Gulag y víctima de la represión comunista soviética, murió el 3 de agosto de 2008, en Moscú.

En España, hacia 1976 dió unas conferencias y concedió una entrevista en televisión que le llevaron a recibir insultos de muchos izquierdistas españoles identificados como estaban con el sueño soviético y malheridos por desvelar la pesadilla que era el socialismo real en sus últimos términos: esclavitud, asesinato, campos de concentración, inhumanidad generalizada, que comparado con la dictadura autoritaria de Franco, no dejaba elección posible, una vez más al descubierto, la elección que hicieron los españoles en 1936, dos situaciones muy distintas, que volvían a encontrarse.

Los intelectuales de la izquierda española soñaban con sus gulags donde meter a sus adversarios intelectuales o políticos o a cualquiera que disiente de lo políticamente correcto que ahora preconizan.

Querían tener gulags para obligar a ver sus películas coñazo, leer sus libros buenrrollistas o ver sus graciosísimos programas de televisión, ya que lo demás ya lo han conseguido, poner sus estatuas allá donde queda un hueco, sus cuadros a millón, sus conciertos en todos los municipios, aunque nadie lo pagaría por sí mismo ese caché. Hacerse oir y ver en sus medios de comunicación totalizantes.

Pese a ello, tienen nostalgia, algo no sale lo bien que querrían, habría que hacerlo obligatorio, eduquemos a la ciudadanía, pero ni aún así, algo falla.

Alexander Solzhenitsyn es una prueba de cómo siempre fallan al final porque su falta de adecuación a lo natural, demostrando que su ingeniería social son experimentos fallidos, pesadillas efímeras.