lunes, 14 de abril de 2008

La reinterpretación de la Sociología

La reinterpretación de la Sociología (Espasa Calpe, Col. Austral, Madrid, 1985) de Peter L. Berger y Hansfried Kellner, es un libro que compré un día en el Vips, por 395 pesetas, que no me leí hasta años después y que quizá, más me ha ayudado a entender el mundo actual, y en concreto, la universidad y el comportamiento de los profesores universitarios.

Voy a destacar del libro los subrayados que hice cuando lo leía, empezando por: "cualquier disciplina que trate de justificarse apuntando a la necesidad de contribuir también al perfeccionamiento o enriquecimiento intelectual del ser humano, se hace sospechosa de malversación de fondos públicos". "La sociología práctica, muy integrada en el circuito empresarial de sondeos de opinión y las investigaciones de mercado, cada vez está más provista de un utillaje esotérico". "Para explicar un fenómeno determinado en un medio de comunicación o se pierde claridad o se pierde profundidad".

"La ciencia no puede nunca proporcionar pautas morales para la acción". "Los seres humanos pueden rebelarse contra la sociedad, por lo que la red de controles sociales no es perfecta. Y también es posible que los seres humanos tengan pensamientos nuevos, razón por la cual, la socialización nunca es completa". "En este desequilibrio entre el ser y la acción es donde la constitución biológica del hombre abre espacio a la posibilidad de la libertad".

"La ciencia es universal o no tiene nada de ciencia". "Cuando menos cabe decir que la idea socio-política de liberación por medio de la ciencia contiene un factor intrínseco de carácter antidemocrático".

Distinguimos dos tipos de perversiones en la Sociología actual: el sociólogo activista y el tecnocrático. El activista trata de imponer su ideología política (no mediante la defensa de nada, sino mediante una crítica intensa a lo institucional y social de Occidente, buscando el cambio social radical) y el tecnocrático mantener su puesto de trabajo y su estatus. Los rasgos característicos de la mentalidad ingenieril (de ingeniería social) pueden describirse sin dificultades: un enfoque atomístico o componencial de la realidad, el mundo concebido como partes que puden separarse y juntar de nuevo. También los medios y los fines pueden separarse. Hay una tendencia muy intensa hacia el pensamiento abstracto y preferiblemente cuantitativo. Un verdadero culto a la cuantificación.

Lo que es válido para el estudio sociológico, como método se ha popularizado en los medios de comunicación, el verdadero problema que este método llevado como actitud en la vida distancia a la persona de la experiencia social, de las relaciones con los demás, y por último, de sí misma.

"Y si la gente define como real una situación, es real en cuanto a sus consecuencias". Estas deformaciones han dado como resultado la desmoralización de Occidente. El aspecto común de ideólogos y tecnócratas es que siempre pretenden soslayar la interpretación, ya que ambos pretenden un concepto de elitismo cognitivo, que por lo tanto, no admite críticas.

La ideologización de la conciencia cotidiana también tiene otro aspecto reseñable que es "la rabia institucionalizada", unos agravios profundos e intolerables achacados a la sociedad, las personas que las comparten se socializan en un estado de ira que se hace permanente y se puede activar de modo mecánico, siempre que la situación sea la adecuada.

La Razón, como ideal marxista de una teoría que como sistema que todo lo abarca, al igual que el ideal totalista del positivismo, siempre tiene una tendencia totalitaria.